Los alumnos de 6º han disfrutado de un viernes de nieve.
Con una nevada recién caída y muchas ganas de disfrutarla, los alumnos han pasado el día en el Punto de Nieve de Santa Inés.
A pesar de la niebla y un ligero fresquito, han podido realizar la actividad, hacer sus primeras subidas y bajadas...
...y también algunas caídas.
Hay rutinas que, si se hacen mal, arruinan toda la función. Como entrar en antena con el micro apagado. O como creer que una mesa de acero inoxidable se limpia con el mismo trapo que usaste para secarte las manos. No, amigos. Aquí estamos hablando de algo sagrado, de un mobiliario de hostelería que merece respeto, método y algo de liturgia. Porque la limpieza de una mesa de acero inoxidable no es solo cuestión de estética: es higiene, durabilidad y, sobre todo, imagen. La tuya.
El acero inoxidable no perdona. Por más robusto y elegante que sea, es como ese periodista exigente: si no se le trata bien, te saca los colores en directo. Su superficie es susceptible a las huellas, manchas de grasa, cal y, si me apuras, a los descuidos de un turno acelerado.
Las mesas de acero inoxidable son el eje de la cocina profesional. Y si algo define a una cocina profesional es el orden, la limpieza y la sensación de que ahí dentro se toman las cosas en serio. Por eso, el cuidado de estas superficies no es un detalle menor, es una declaración de principios.
Y si lo que buscas es una opción fiable, robusta y con el precio justo, echa un vistazo a esta selección de mesas acero inoxidable que, además de cumplir con todos los requisitos, te ahorra disgustos.
El error más frecuente es pensar que el acero lo aguanta todo. Que se puede frotar con un estropajo metálico, rociar con lejía o usar cualquier desengrasante de batalla. Nada más lejos de la realidad. El acero inoxidable requiere productos específicos que limpien sin dañar la capa protectora natural que lo hace resistente al óxido y la corrosión.
¿Y qué pasa si lo descuidas? Pues lo mismo que si pones una canción equivocada en mitad del informativo: se pierde la confianza. En este caso, la de tus clientes y la de sanidad.
Por eso, desde la base del mobiliario hasta la última bandeja, conviene invertir en mobiliario de hostelería de acero inoxidable pensado para durar, fácil de mantener y resistente a las exigencias del día a día.
Vamos con la guía definitiva. Sin atajos, sin fórmulas mágicas. Solo método y constancia.
Antes de aplicar cualquier producto, asegúrate de que la superficie esté libre de utensilios, restos de comida o envases. Con un paño seco o ligeramente húmedo, elimina migas y suciedad superficial.
Usa un limpiador para acero inoxidable. Evita productos con cloro o ácidos fuertes. Pulveriza a una distancia moderada y deja actuar uno o dos minutos. Este paso es clave para descomponer grasa y suciedad adherida.
Con una esponja no abrasiva o un paño de microfibra, frota en la dirección del grano del acero. Nunca en círculos y jamás con fuerza excesiva. La clave está en la delicadeza. El objetivo no es desgastar, sino limpiar sin dejar huella.
Usa agua tibia para enjuagar cualquier resto de producto. Después, seca bien con un paño limpio. Este paso evita las manchas de agua, tan comunes como irritantes.
Con un paño seco, aplica unas gotas de aceite mineral. Este truco aporta brillo y crea una película protectora que previene huellas y manchas futuras.
Si prefieres una guía práctica paso a paso, con trucos adicionales, te recomendamos consultar este artículo con más detalles: Cómo limpiar mesas de acero inoxidable.
En el mundo del acero inoxidable, cada producto cuenta. Aquí los más recomendables:
Prohibidos quedan:
En pequeñas cantidades, sí. Pero no es un limpiador habitual. Seca bien después para evitar marcas.
No. El aceite vegetal puede enranciarse y atraer más suciedad. Usa solo aceite mineral.
Los rayones superficiales pueden disimularse con pulidores específicos. Pero si son profundos, mejor consulta con un profesional.
En la hostelería, cada detalle cuenta. La limpieza de las mesas de acero inoxidable no es un simple hábito de orden. Es un protocolo de higiene, una garantía de seguridad alimentaria y una señal clara de profesionalidad. No se trata solo de mantener el brillo, sino de proteger tu negocio, tu equipo y tu prestigio.
Porque al final, una cocina limpia habla sin decir palabra. Y cuando brilla la mesa, brilla el restaurante entero.